En el lenguaje coloquial de los ambientalistas, se dice que solo se cuida y protege aquello que se quiere y según los sociólogos, solo se quiere aquello que se conoce, de modo que para cuidar un parque o destino turístico, hay que conocerlo, y eso fue lo que descubrimos un domingo al visitar ese Destino con Sentido en la búsqueda de sitios naturales tranquilos y seguros, donde invitar a pajarear, caminar, disfrutar sin afanes ni angustias, puesto que por su ubicación, un poco escondido en las calles de Cartago, no lo habíamos podido localizar
Al fin, después de preguntar un poco, descubrimos un lugar paradisiaco en medio de una ciudad que ha cercado ese pulmón ambiental, rodeada de construcciones de diferentes tamaños, casi siempre de tipo familiar de buen diseño y materiales modernos, así como un edificio público correspondiente según me dijeron, a un centro de salud, a medio construir que ojalá, no se convierta en otro elefante blanco.
El ambiente cercano es de barrio de clase media con buenas vías pavimentadas en su mayoría, negocios de tiendas de abarrotes y en medio de vecinos amables y colaboradores para ubicar la entrada al parque, un poco escondida por la falta de señalización.
Así fue como al penetrar en el parque nos recibió con una amable sonrisa Don Onías, quien escoba en mano se dedicaba a barrer las numerosas hojas y ramas que por el tiempo de la visita y por las continuas lluvias y vientos, permanecían sobre un patio amplio que, a manera de entrada, da apertura a los caminos o senderos que posee el parque
La primera impresión que me llevé de don Onias, fue que se trataba del portero o celador, de modo que le pregunté donde se cancelaba la entrada a dicho parque y con la amabilidad de vecino voluntario de querer colaborar con el forastero, me dijo que ese parque es público, y que por lo tanto no había costo -esa fue la segunda favorable impresión - puesto que estamos acostumbrados en muchos departamentos, a pagar hasta grandes sumas para poder entrar o atravesar un predio privado para llegar a cualquier sitio, así sea parque natural, jardín botánico reserva. Cascada, mirador natural o terreno de valor paisajístico interesante para hacer aviturismo o solo para practicar senderismo o conocer la naturaleza.
Pues don Onías no solo nos indicó las características y alguna historia de este parque, sino que tuvo la amabilidad de acompañarnos durante todo el recorrido por los buenos senderos con pasamanos y pisos bien conservados, a manera de guía de sitio, sobre todo cuando saqué la cámara de fotografía, frente a algunos jóvenes que me parecieron estar en actitud, que de alguna manera podría considerarse de cuidado, frente a la vulnerabilidad de un turista en trance de conocer un nuevo sitio.
El hecho es que el parque está alrededor de un lago de aproximadamente una hectárea, en cuyo centro se hallan algunos árboles que las garzas blancas han decidido adoptar como sitio de llegada y de incubación, de la misma forma que sucede en Pijao, o sea que hay otro sitio “donde ponen las garzas”.
Talvez el excremento de las Garzas, abundante sobre el lago ha favorecido la proliferación de una diminuta alga flotante (Lemna minor) llamada allí “lenteja”, que prácticamente cubre la totalidad del espejo de agua, impidiendo de esta manera la oxigenación de los peces , desluciendo el entorno y evitando el bienestar de otra fauna acuática que allí habita.
Pero no solamente pudimos observar las garzas sino también innumerables especies de aves, como Garcillas, Cotaras, Bienteveo, Espatulillas y una familia de Rapaces como el Cara cara y muchos más, cuyos registros pude captar no solo en mi cámara, sino lo más importante: en mi memoria de admirador de la naturaleza y por supuesto en el listado de Ebird.
Sin embargo, varios metros adelante, con complacencia vimos que se estaba bombeando agua fresca y que en el centro del lago funcionaban fuentes oxigenadoras alimentadas con paneles solares y que de acuerdo con el guía improvisado que encontramos, supimos que los vecinos se han organizado cuidar y mejorar este espacio natural y con la policía de turismo, darle la seguridad deseable para los turistas que los visitan.
Pero la mayor sorpresa, fue que pocos días después de nuestra visita, el vecino cuidador voluntario del parque, me ha compartido algunas fotos, que acompañan este texto, donde se observan grupos de vecinos, quienes con la ayuda de la Defensa Civil, la Alcaldía, la Policía y otras organizaciones, han retirado con redes y barreras de guadua, las algas que estaban impactando el lago, han sacado las basuras, arreglado algunos pasos de los senderos, y han colocado nuevos avisos informativos y mensajes de exhortación al cuidado de este pulmón de la ciudad.
Valga resaltar que, con este tipo de acciones, los vecinos se empoderan de su entorno, lo valoran y así protegen algo tan importante como es un sitio de descanso, relax y meditación frente a un lago, en pleno centro de la ciudad.
Este parque de la Salud en Cartago, donde se puede ir desde el Quindío, sin pagar peajes, merece ser reconocido por propios y extraños, ser visitado y disfrutado en plan de fin de semana como uno de los Destinos con Sentido.
Henry Plazas Olaya
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