Si te ha pasado que en algunos viajes sientes la presión de visitar
cada uno de los lugares emblemáticos que nos ofrece el internet o el folleto de
turismo, para recorrer los múltiples rincones, paisajes, restaurantes o museos
sugeridos, y luego terminas con una colección de selfies, a la larga, te puedes
sentir frustrado por no haber cumplido con todas las expectativas, entonces, es
tiempo de dar un vuelco al modelo de viajero que has estado practicando.
Disfrutar plenamente de tus viajes, desde la planeación, recorrer
el camino, hasta el destino, en forma presente en todo momento, lentamente, es
una tendencia que regocija el alma, inclusive inspira a tomar mejores fotos de verdaderos
recuerdos, costumbres que en muchos viajeros refieren: “somos tan felices en
nuestros viajes, que no lo contamos todo en las redes sociales”.
Cada destino turístico en internet ha sido explorado,
analizado casi en exceso, lo que le permite al viajero disponer de una gran lista
de lo que debe ver, visitar, degustar, fotografiar, caminar y explorar, y ese
perfeccionismo de muchos, induce a chequear en detalle todo lo sugerido, actividad
agobiante, si lo que se trata es de descansar, disfrutar el hoy y el ahora.
La capacidad de asombro ante la belleza, que puede ser el objetivo
de un viaje, se pierde cuando el estrés por cumplir, en un limitado tiempo, un
itinerario programado, en extenuantes viajes, en avión, en bus, en carro y aún
en largas caminatas .
Hay que recordar que los primeros navegantes o
excursionistas, que se aventuraban en terrenos ignorados o prístinos, nos abrieron
la posibilidad de seguir explorando en el presente, sin embargo, ellos solo contaban,
en los mejores casos, con algunos mapas físicos, a veces garabateados a mano.
Pero ahora, la necesidad de contarlo todo, de divulgar cada
paso, cada viaje, en las redes sociales, ha sido una tendencia de la cual pocos
se han librado, esta moda de “instagramear” cada momento de la vida, para
presumir, estar vigente, figurar, o por lo menos ser tenidos en cuenta, en el
circulo de sus allegados, amigos y familia ha sido denominada “Efecto
escaparate” , así que un viaje que se supone regocijar el ego, algo interno, se convierte en un viaje externo o para “los
demás”: es casi inevitable aplacar ese deseo de tomar una foto del paisaje, del
ave, de la cascada o de la iglesia, para ponerla en el “escaparate” de las
redes sociales.
Ya no observamos, no disfrutamos, ni nos asombramos, tomándonos
el tiempo suficiente para regocijarnos, sino que nos afanamos en
una maximización del tiempo disponible, para buscar las mejores localizaciones
para publicar, lo que riñe con el concepto hedonista de aprovechar cada
momento para pasarla bien, divertirnos y gozar nuestro paseo.
Algunas ideas para evitar ese deseo de “pasear para los demás”:
Programar la no programación. Puede funcionar bien
esa paradoja, Es necesario permitirnos pasear, dejarnos sorprender, sin planes
previstos, las mejores experiencias suelen ocurrir en esas “perdidas” o cuando tomamos
algún camino o sendero no tan evidente.
Entrenar nuestra atención plena, focalizar nuestra
experiencia con conciencia plena, ignorar los sentidos perturbadores, olvidar
el futuro, los miedos, las prevenciones, lo instagrameable, centrarnos en lo
que esta ocurriendo, practicar el Mindfullness,
Escoger lo posible y seguro. Cuando tenemos tantas
opciones a la mano, optimizar la elección, sabiendo escoger, desechando algunas
opciones que se presentan, Entre lo bueno, bonito y barato, solo se pueden escoger
2 de las tres: no se puede elegir todo,
no se requiere visitar todas las opciones y si es necesario sacrificar algunas,
no hay problema, nos quedamos con lo posible y no con lo deseable.
La observación de las aves Esta opción resulta fantástica,
tanto que quienes se dedican al pajareo, concluyen que cada pájaro tiene una conducta
individual, cuando pierden el miedo de ser vistos por los humanos, se dejan
fotografiar, pueden compartir sus secretos, sus rivalidades y su inteligencia, en
sus cantos o llamados se han inspirado algunos compositores, son voces de
siringes dobles aprendidas desde el nido, compuestas o modificadas usadas como
voz de alerta, de enojo, de conquista, contienen notas únicas para cada
especie, y que decir de sus colores e iridiscencias, de su combinación cromática,
de las formas de las plumas, de los penachos, cabezas, frentes, coberturas, colas,
de las formas de volar, sobre todo de los colibríes, de los primeros vuelos, de
las formas de los picos, los comportamientos reproductivo con danzas y rituales
de apareamiento así como las acciones de defensa de su nido, de sus polluelos,
de su territorio, los épicos vuelos de las águilas y pescadores, en busca del
pescado inocente de las lagunas, de las costumbres y épocas de su movilidad y
los corredores que utilizan para sus desplazamientos, muchas veces intercontinentales,
de sus costumbres de nutrición, algunas con frutas, otras con semillas o aún
con otras aves e inclusive con reptiles, peces y mamíferos, las aves tienen toda una amalgama de
conocimientos dispuestos para quienes quieran observarlos, con calma, sumergidos
en un bosque, con algún buen amigo pajarero, o con un biólogo o guía ornitológico,
en un buen sitio protegido de los mosquitos y a la sombra y con el calor de un
buen café con todo el tiempo del mundo, buenos binoculares y cámara con buen
zoom.
Los pájaros le tienen temor al humano, por eso es mejor
observarlos de lejos, sin perseguirlos o acosarlos, sobre todo en periodo de
incubación, durante el cual, exhiben comportamientos muy especiales, desde el intrincado
tejido de mochilas colgantes y la colaboración de las parejas para acopiar
fibras y otros elementos para su construcción hasta la excavación de nidos en
algún tronco o el uso de cuevas propias o ajenas o hendiduras inexpugnables de
los búhos y lechuzas, los colores camuflados de los guardacaminos y sus voces
que parecen venir de un submundo siniesro, las rutinas de aseo, de cortejo, de comunicación
con otras aves, la exigente demanda de alimento de los polluelos y las costumbres de acompañamiento de la
pareja en la alimentación de la camada, la búsqueda de la rama elegida para
pernoctar, los saltos desde sus perchas para atrapar mosquitos, su vida monógama
o polígama, las épocas de muda de plumas, el pillaje de nidos por parte de
algunas especies y la consecuente ocupación de alimentar polluelos ajenos, las
costumbres de adopción de camadas o polluelos heridos o abandonados, la
expulsión de su territorio de aves extrañas o gavilanes amenazantes, todo esto
resulta tan fascinante que seguramente atraparán sus momentos de observación para
hacer experiencias remarcables que muchos denominan “Aviterapia”
Es tan fascinante esta actividad, que en muchas fincas se
disponen de cebaderos, bebederos o bañaderos de pájaros, en algunos sitios se construyen
fuentes junto a miradores escondidos para captar con facilidad fotografías de
los pájaros en sus rutinas diarias, en otros lugares se siembran especies de
árboles y arbustos que con sus frutos o flores se alimentan especies, en fin,
todo un mundo de posibilidades para adecuar sitios de avistamiento de aves para
turistas.
Una palabra final sobre esta opción de viaje, es evitar limitarnos
a la acumulación de sus fotos, nombres comunes o científicos o completar la
mayor cantidad de especies para acumular listas y subirlas a ebird; no se trata
de hacer eso como si llenáramos las páginas de un álbum; se trata de
deleitarnos, aprender, explorar, conocer y encontrar en esta actividad, una
ventana hacia nuestro interior, de viajar adentro de nuestros mas arraigados
deseos de conocer la naturaleza y dejarnos sorprender por lo desconocido.
Henry Plazas Olaya.
Mayo de 2025
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