Quimbaya: un tesoro para descubrir.

La actividad rural es facilitada por la amplia y buena red de carreteras y caminos, su producción se basa principalmente en el cultivo de Café, Plátano, Banano, así como la cría y engorde de ganado y producción porcina.
Es reconocido regional y nacionalmente como la “Tierra de Luz” puesto que durante el 7 y 8 de diciembre, se apaga la luz de las calles mientras se prenden velitas dentro de cartones y cajas decoradas a manera de vitrales con papel celofán de colores, con diversos motivos religiosos, folclóricos y tradicionales, hermoso festival de luces en las calles, que se ha impuesto en otros poblados del departamento.
En este contexto, conocer a Quimbaya significa revalorar el legado cultural de los antiguos pobladores, quienes fueron expertos agricultores y orfebres, que con maestría fabricaron joyas en oro, objetos en arcilla e instrumentos de trabajo como hachas de piedra y volantes para hacer tejidos, todos esos objetos fueron enterrados con sus muertos en la creencia de una vida futura, donde posiblemente los irían a necesitar.
Lo poco que se ha logrado rescatar y que hace parte del llamado Tesoro Quimbaya constituye la riqueza del municipio, como objetos de oro y de cerámica, que mundialmente se reconoce como Cultura Quimbaya.

El recorrido cultural en Quimbaya, reconoce el potencial patrimonial arqueológico que posee a partir de la reflexión de la precaria conciencia colectiva de su importancia, opacada talvez por la afluencia masiva de los turistas a los parques temáticos mencionados atrás.
Comenzamos el recorrido por la observación en la Casa de la Cultura, de la colección de piezas de cerámica donadas en su mayoría por don Argemiro Buitrago, antiguo guaquero, donde se puede encontrar cerámicas datadas de 2.500 años de antigüedad, consistente en piedras Volantes, utilizadas para hacer girar los “husos” con los cuales se enrollaban fibras vegetales y lanas para fabricar telas, rodillos y estampaderas, para teñir o dibujar en serie


Este hallazgo fue descubierto pocas horas antes de introducir el bulldozer que habría destruido el sitio para construir la entrada al Instituto, de modo que la actual entrada debió correrse unos metros abajo para proteger este cementerio. El sitio se halla cercado y vigilado, pero está abandonado solo se pueden observar desde lejos las 2 únicas tumbas aquí fotografiadas.

Frente y al lado de la entrada al Instituto se pueden observar las famosas obras de Barranquismo: arte mural excavado en roca, con instrumentos de labranza artesanal y que recrean una serie de objetos del imaginario indígena, entre fantásticos y reales, repletos de simbolismo y de figuras antropomorfas, zoomorfas, costumbres quindianas y del Paisaje Cultural Cafetero y reproducciones gigantes de los objetos que alguna vez estuvieron presentes en las cerámicas o en las figuras en oro.
Efrén Fernández Varón ha sido el “artista de la tierra”, quien ha engalanado los espacios públicos con este tipo de arte a partir de Barrancos, por lo que su arte se le denomina asï: Barranquismo, que a pesar del deterioro por el paso de los años y el descuido, son considerados parte de un patrimonio Cultural y referentes de la cultura artística del Quindio y quien tiene a su haber, más de veinte obras escultóricas en todo el departamento algunas de las cuales ya han desaparecido.
Siguiendo nuestra ruta cultural, encontramos en el Parque principal, El templo de Jesús María y José, que ostenta el llamado “Cristo de la Esperanza” del escultor Buenaventura Malagón Silva, uno de los pocos cristos exhibido afuera de la Iglesia. Es decir, una alegoría sobre sacar el Cristo para todos, propuesta de evidente impacto que rompe los esquemas de Jesús solo para los cristianos o solo para quienes entran al templo.



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